Su
apellido es sinónimo de moda. Convirtió su nombre en una marca que nació en la
alta costura y luego viró hacia las prendas en serie. Tras la muerte de su
fundador se mantuvo dormida hasta que un gigante de la indumentaria la trajo de
nuevo a las tiendas de todo el mundo. Ahora no solo se mantiene viva en sus
nuevas colecciones, sino que también forma parte de la cultura popular en
canciones e incluso videojuegos. Hoy Balenciaga continúa en la elite de las
grandes marcas y su historia tiene más de 100 años.
Su
padre era pescador y falleció en alta mar cuando Cristóbal Balenciaga tenía
solo 11 años. Se crio en Guetaria, una localidad en la provincia de Guipúzcoa
en el País Vasco. De pequeño aprendió el arte de la costura de su madre y se
dedicó a eso para sacar adelante a su familia. Su camino se cruzó con la
marquesa de Casa Torres, quien vio la destreza del joven Cristóbal y se
transformó en su mecenas. Ella le permitió entrar en contacto con la
aristocracia y la monarquía lo cual le permitió abrir su taller en 1917 y dar
paso al mito.
«El
maestro de todos nosotros», lo definió el propio Christian Dior. Bajo su ala se
formaron grandes representantes del mundo de la indumentaria que luego hicieron
su propio camino, como Oscar de la Renta y Hubert de Givenchy. Este último
describía a Balenciaga como un «arquitecto de la alta costura».
Exilio
y época dorada
Los
diseños del modisto vasco se inspiraban en la tradición española y su
éxito con clientes de alcurnia lo ayudó a inaugurar su propia tienda en 1919 en
San Sebastián. Cinco años más tarde se expandió a Madrid y al poco tiempo
también lo hizo en Barcelona. Sin embargo, su gran despegue no se dio en
España. Balenciaga abandonó su país natal en 1936 tras el
estallido de la Guerra Civil y mudó su talento a París, donde
haría historia. Ahí presentó su primera colección en 1937 y abrió su atelier
sobre la avenida George V.
Durante
más de dos décadas sus prendas marcaron tendencia. Desde la falda balón hasta
el vestido túnica, el vestido saco y el baby doll. Sus modelos llamaron la
atención no solo de la clase alta, sino también del mundo cinematográfico. Por
caso, fue el encargado de vestir a Ingrid Bergman en el largometraje Anastasia,
además ideó atuendos para personalidades como Greta Garbo y Elizabeth Taylor.
También incursionó en el mundo del perfume con su fragancia Le Dix y en el
segmento corporativo al diseñar los uniformes de las azafatas de Air France.
Su reinado
se extendió hasta 1968, cuando la alta costura le cedió paso al
prêt-à-porter. Entonces Balenciaga decidió retirarse y volver a España, donde
murió en 1972.
Nuevo
dueño y ¿videojuegos?
Su
marca solo se mantuvo en algunos perfumes hasta que recién
en 1986 la compañía Jacques Bogart se quedó con los derechos de su uso y
la revitalizó. No obstante, su gran despegue se dio a partir del 2001
cuando el Grupo Gucci la adquirió. Hoy la etiqueta está en
manos de Kering, que compró la casa italiana en 2003.
El
legado de Cristóbal Balenciaga persiste a través de su marca y también por
intermedio de sus prendas. Un almacén de alta tecnología custodia
celosamente más de 2600 artículos creados por la leyenda vasca. Según el sitio
Net Worth Spot, la marca hoy tiene un valor que supera los u$s 80 millones.
Más
allá del negocio de la indumentaria, la firma también supo
hacerse un lugar en el universo de los videojuegos. En
diciembre de 2020 sacó su propio juego Afterworld: the age of tomorrow
ambientado en un mundo pos apocalíptico. Asimismo, en septiembre pasado, anunció
una alianza con Epic Games, creadores del Fortnite, para
incluir en este videojuego una serie de outfits virtuales creados por la marca.