El mundo cambió, nosotros cambiamos, y las tendencias cambiaron.
Cambió la sociedad y cambiamos como consumidores. No es ningún secreto que la
pandemia y los diferentes confinamientos que vivimos redefinieron la manera en
la cual nos relacionamos con nosotros mismos, con el mundo, y también con la
ropa. Fue
necesario que transitemos por la cuarentena para darnos cuenta que había
prendas en nuestro armario que no gritaban nuestro nombre. Prendas
que parecían ajenas, como si fueran de otra persona, que no reflejaban quienes
somos, ni qué deseamos.
WGSN, la compañía de
pronóstico de tendencias más importante del mundo, nos habla de que, si bien
hay capas de miedo, también sucede – aún en tiempos de guerra e inflación -un
sentimiento de optimismo en distintas sociedades, en la cual el enfoque va a
apuntar a la alegría y al placer ¿El objetivo? Que el acto
de vestirse sea un juego que nos produzca goce, placer, disfrute. En cierta
manera, el optimismo visual nos invita a ser niños otra vez, y jugar con la
ropa.
En paralelo, podemos conectarlo con la gran tendencia de
nostalgia que estamos atravesando desde mediados del 2020, con la vuelta del
tiro bajo, de los 2000, y del #Barbiecore, una
corriente inspirada en Barbie y su mundo en todos los tonos rosas que existen.
¿Por qué volver atrás? Porque necesitamos reconfortarnos en lo conocido, entre
tanta transición mundial e incertidumbre.
Estamos en búsqueda de
alegría, entusiasmo, esperanza y diversión, alentados por la valentía: la
determinación de seguir adelante y seguir sonriendo ante los crecientes
desafíos, por muy complejos que sean. Este optimismo, trasladado a la
indumentaria, nos deja una explosión de colores vibrantes y llamativos que
inundan nuestros armarios, invitándonos a ver la vida en colores.
Lo que entendimos es que la moda es una forma de expresarnos, de
dar nuestro mensaje al mundo, de contar quienes somos, más allá de ser una
manera de vestir. Ya lo decía Paul Watzalavick,
teórico, filósofo y psicólogo, en su primer axioma de la comunicación: «no
existe la no comunicación». Además de las palabras, los gestos y
el tono de voz, la moda es una de las tantas maneras de comunicar que tenemos. Es
una forma de expresión a través de la cual transmitimos nuestra identidad:
damos nuestro mensaje al mundo. Y el color no puede quedarse al margen: el
optimismo visual nos invita a soñar con un mundo mejor.
Sin ir mucho más lejos, los colores brillantes y
atrevidos, combinados en tonos pasteles y más saturados, inundaron las
colecciones Otoño-Invierno de las marcas de moda locales. Los
creativos encargados de dar vida a las prendas utilizan el recurso del color
como una manera de contar los tiempo en los que vivimos.
Los colores en la moda evolucionan, mutan, cambian a la par
nuestra. El color es una invitación a expresarnos, a mostrar
nuestra personalidad: suave, fuerte, vibrante, intensa, llamativa, calma. Cloetas,
por ejemplo, apuesta a esta temporada estival con colores vibrantes y
llamativos, sobre todo el rosa, aplicados en piezas clásicas.
«la paleta de colores es muy importante, es un anclaje para
nuestras colecciones, y apostamos al color en todas las tipologías. La
idea es crear un cuento a través del color» me explicaba Rocío
Ortiz, diseñadora de Furzai.
El minimalismo que surgió a principio de la pandemia con formas
simples y amplias, en paleta de colores neutros, dio paso a una transformación
irremediable, con una moda llena de colores alegres, atrevidos y brillantes,
buscando la felicidad a través del uso del color. Las
Pepas optó por una paleta de colores más desaturada, transmitiendo un aire de
calma, desde los colores pasteles hasta la gama de colores más
oscuros, con un mix perfecto de estampas densas y contrastadas.
Para Jazmín Chebar sin duda alguna el gran protagonista de la
temporada también es el color, tiñendo el armario con las saturaciones más
potentes y vibrantes. Pero ojo: los colores brillantes
deben intercalarse con tus básicos para seguir aportando ese elemento de
alegría, y aportar su cuota de versatilidad. No hay medias tintas a la hora de
vestir, y, desde luego, se avecina una primavera – verano poco apta para los
más tímidos.
Y a la
hora de hablar de accesorios, Flaneur logra hacernos suspirar. Desde
los pasteles hasta los más vibrantes, nos invita a utilizar el recurso del
acento de color con sus clutches artesanales, realizados en cristal, resina,
cuero trenzado, rattán, esterilla de rattán, piel.
Tal vez, pase lo que pase alrededor, sea el momento justo, y el
lugar correcto, para que todos salgamos a la calle vestidos de colores, llenos
de optimismo y de fuerza, listos para dar nuestro mensaje al
mundo.